Existen aromas que me envuelven y me llevan a viajar por ese lugar profundo
donde almaceno mis recuerdos, un lugar que hace de esos recuerdos unos casi
imperceptibles. Es increíble ese encuentro de emociones luego de sentir ese aroma
a agua de panela, esa que por una
cantidad incontable de mañanas rechacé de manos de una madre cariñosa, pero que
tantas veces acepté con café Colombiano, con chocolate amargo, con limón o
simplemente caliente. Esa agua de panela
que sin falta se hace en mi hogar cada madrugada desde que tengo uso de razón,
con esa panela que de forma tan artesanal fue hecha en trapiches Antioqueños.
Ahora consigo recordar también esas veces que en mi vida disfrute de “melar” en
un trapiche y como mis sentidos se llenaban de esa experiencia que hoy llega a
mi mente con un toque de nostalgia.
No estoy queriendo regresar ahora, por el contrario estoy feliz de estar en
este lugar, porque este viaje no solo me está ofreciendo la oportunidad de conocer
lo multicultural que es mi región, mi país, este país, esta región, el mundo,
sino, que además me está obligando a reconocer que amaba cada amanecer en mi
pueblo cubierta de montañas. Tal vez si todavía estuviera en casa no estaría
escribiendo sobre el “aguadulce”, con certeza que no, pero hoy en cambio lo
hago porque mis sentidos se activaron al sentir ese aroma, tan familiar, tan
cultural, típico y único. Es una melancolía combinada con alegría, es esa que
no me impulsa a regresar todavía, por el contrario me impulsa a seguir en este
descubrimiento no solo de esta nueva cultura sino de mi cultura, porque estar
lejos me convierte en una observadora y me lleva indiscutiblemente a extrañar
lo que muchos aquellos que seguirán viviendo allí no alcanzan ni siquiera a percibir
porque a veces la costumbre lleva al ser humano a naturalizar cada experiencia
a un nivel en que ni un gesto de placer se vislumbra en su rostro luego de un día
cargado de paisajes, sabores, aromas, texturas y melodías únicas y que ya
parece que sus sentidos no percibieran.
No estoy queriendo decir que para amar
la tierra que nos vio nacer se tiene que vivir lejos, no quiero decir que para
activar los sentidos se tenga que viajar, existen quienes viajan sin percibir
lo maravilloso que es el mundo y quienes disfrutan de esa maravilla sin viajar,
es solo que aunque yo ya llevaba varios años con una filosofía de admiración
activa, ahora la tengo mucho más desarrollada, ahora puedo encontrar mil momentos
del día que me hicieron feliz aquí y allá cuando el día solo tiene 1440
segundos.
Estoy adorando! <3
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