martes, 12 de mayo de 2015

AGUA DE PANELA

Existen aromas que me envuelven y me llevan a viajar por ese lugar profundo donde almaceno mis recuerdos, un lugar que hace de esos recuerdos unos casi imperceptibles. Es increíble ese encuentro de emociones luego de sentir ese aroma a agua de panela,  esa que por una cantidad incontable de mañanas rechacé de manos de una madre cariñosa, pero que tantas veces acepté con café Colombiano, con chocolate amargo, con limón o simplemente  caliente. Esa agua de panela que sin falta se hace en mi hogar cada madrugada desde que tengo uso de razón, con esa panela que de forma tan artesanal fue hecha en trapiches Antioqueños. Ahora consigo recordar también esas veces que en mi vida disfrute de “melar” en un trapiche y como mis sentidos se llenaban de esa experiencia que hoy llega a mi mente con un toque de nostalgia.

No estoy queriendo regresar ahora, por el contrario estoy feliz de estar en este lugar, porque este viaje no solo me está ofreciendo la oportunidad de conocer lo multicultural que es mi región, mi país, este país, esta región, el mundo, sino, que además me está obligando a reconocer que amaba cada amanecer en mi pueblo cubierta de montañas. Tal vez si todavía estuviera en casa no estaría escribiendo sobre el “aguadulce”, con certeza que no, pero hoy en cambio lo hago porque mis sentidos se activaron al sentir ese aroma, tan familiar, tan cultural, típico y único. Es una melancolía combinada con alegría, es esa que no me impulsa a regresar todavía, por el contrario me impulsa a seguir en este descubrimiento no solo de esta nueva cultura sino de mi cultura, porque estar lejos me convierte en una observadora y me lleva indiscutiblemente a extrañar lo que muchos aquellos que seguirán viviendo allí no alcanzan ni siquiera a percibir porque a veces la costumbre lleva al ser humano a naturalizar cada experiencia a un nivel en que ni un gesto de placer se vislumbra en su rostro luego de un día cargado de paisajes, sabores, aromas, texturas y melodías únicas y que ya parece que sus sentidos no percibieran. 

No estoy queriendo decir que para amar la tierra que nos vio nacer se tiene que vivir lejos, no quiero decir que para activar los sentidos se tenga que viajar, existen quienes viajan sin percibir lo maravilloso que es el mundo y quienes disfrutan de esa maravilla sin viajar, es solo que aunque yo ya llevaba varios años con una filosofía de admiración activa, ahora la tengo mucho más desarrollada, ahora puedo encontrar mil momentos del día que me hicieron feliz aquí y allá cuando el día solo tiene 1440 segundos.

Estoy adorando! <3