lunes, 17 de febrero de 2014

I=-/I 4



Sus vidas en una unión indeleble e invisible para todos.  
Sonreían a menudo regalándole al día un sabor a helado de chicle.

Mago, ella siempre tuvo claro que su vida con él era más feliz, pero nunca comprendió ese sentimiento que se consolidaba con cada mirada. Pasaban los días y ambos buscaban estar juntos, querían salir, tomar un café, mirar el mismo cielo, cruzar las mismas calles y regalarse la eternidad.

Pero para ella una locura se concebía cada que estaban tan cerca de un beso y su temor se lo avisaba, el viento que rozaba su sensibilidad era el portador de imágenes inadmisibles que la llevaban a evitar la catástrofe de besar a tu chico. Pero por qué una catástrofe? Quizás porque mi chica aun no comprende el amor. Fueron muchas entonces las ocasiones en que con tan solo un pequeño roce ella huía a refugiarse en la tranquilidad de un suspiro y en el temor de construir una amistad finita, pues ella lo quería hasta el mismo infinito.

Aún recuerda una tarde caminando a tomar un bus en el centro de la ciudad de la mano de tu chico, una despedida que de forma inesperada fundió dos besos convirtiéndolos en casi uno solo con una cercanía entre labios como nunca. Un beso de despedida tan eterno, viajo con ella durante un tiempo casi interminable, un beso que disipaba el ruido de los autos, el frio de la vecina noche, el temor de la maldad, el sueño, el hambre... todo, solo existía en sus pensamientos el recuerdo de ese beso y la incertidumbre de lo que pudiera haber cambiado si la distancia se hubiese acortado en tan solo milímetros. Pero ya no podía saberlo y solo se reflejaba en su mirada perdida el desasosiego de quien tiene mil sentimientos encontrados.

Te cuento mago Elminster que no es egoísmo el haber pretendido suponer que no existía más que una amistad como todas ni tampoco lo era el hecho de hacer pensar que restaba importancia a las demostraciones y palabras de tu chico.

Tu chico siempre quiso complacerla, deseó regalarle el cielo y lo hizo, quiso construirle un mundo perfecto y ahora ella no soporta la imperfección, intento enamorarla y lo hizo sin esfuerzo, la sumió en su mundo. Le enseñó a plasmar sus sentimientos en papel regalo, a disfrutar el aroma de una flor imaginaria, a reconocer el perfil de ese amor desconocido, a crear un mundo con colores nunca antes vistos, colores innombrables, a describir el sabor de una mirada, el color de un beso, el tamaño de un sentimiento, la textura de un suspiro, la temperatura de una sonrisa... su mundo era otro, su mundo era una historia que inventaba a diario con la perfección posible que solo aquel protagonista podía tener en su vida a lápiz. Le quería, le amaba.

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