Miro a la puerta y te veo llegar…
un rayo de luz viene contigo siguiéndote cada paso e iluminándote aún en los
rincones más olvidados por la vitalidad del universo; vienes repleto de energía
que te regala ese rayo, no una energía común sino multiplicada y trasferible.
Intentamos agotar cada partícula de la misma mientras nos llenamos de besos,
caricias y nos sumimos en abrazos infinitos. También lo intentamos con interminables
conversaciones, abrumadoras historias y hasta fuertes discusiones en las que
cada quién impone su posición pero que siempre terminas por ganar…
Es tu llegada a mi vida lo que el
agua a la tierra, lo que la luz a las plantas, lo que la raíz a la flor, o el
polen a las abejas y el espermatozoide al ovulo, en
fin en fin… es observar tu
llegada como la que me alimenta, me da vida, me fortalece, me alimenta y me hace
renacer.
Temporal, todo es temporal, el
agua se evapora, el sol se esconde, la flor marchita y el polen se va con ella,
el espermatozoide pierde la carrera y tú te vas.
Mmmm.. O quizás ahora entiendo,
todo era un sueño.
Abro los ojos y no estas, o tal
vez: nunca estuviste.
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