domingo, 29 de septiembre de 2019

TOO SHORT AND INTENSE


Querido, he escrito un par de veces pensando en tí. No tienes que leerme, pero si algún día deseas hacerlo, te sugiero que lo hagas al son de: Come fly with me de Frank Sinatra.


Escrito a dos días de tu partida, irrelevante:     "A gente esquece os amantes num piscar de olhos" leí hace años en las páginas un precioso libro de Isabel Allende. Hoy me siento a desear que esta siga siendo una realidad ineludible, pues no quisiera que mi historia contigo se transforme en un recuerdo tan vivo que me llene de melancolía incontables noches. Cuando fui adolescente viví todo con prudencia pero de forma un tanto intensa, sin mirar al futuro, sin temor a las decepciones, llena de confianza en mí, impulsada por explorar, por conocerme. Sin embargo, un día percibí que había comenzado a vivir, sin darme ni cuenta, con más temores y egoísmo, entregando poco, siempre con aires de insensibilidad, con periodos enormes de soledad y otros cuantos al lado de personas que no podían comprenderme o encenderme. 

A nueve días de tu partida, esto que había escrito aún me pone un tanto melancólica: 
    Lo sé bien, no te conozco, no podría siquiera predecir lo que se te pasa por la mente cuando me recuerdas, si es que lo haces. Sé que no podría describir lo que sentiste al conocerme, al mirarme, al estar conmigo, pero puedo hablar de mí, de mí cuando estuve contigo, con esa parte tuya que logré tocar. Todo comenzó el 16 de septiembre con ese primer abrazo que tornó cálida esa noche de invierno, y desde ese instante no pude dejar de sonreír ni un solo segundo. Sonreí al sentir aquel abrazo que me rodeaba cuando te detuviste a observar la bahía siendo iluminada por una luna increíble, enorme y brillante. Sonreí levemente cuando me tomaste de la mano mientras te escuchaba curiosa hablar de tus historias y experiencias en el último viaje. Sonreí cuando me señalaste Ingolstadt en el mapa, el campo en el que vive tu familia, fotos de tus padres, hermanos y hermanas, tus cuñados y sobrinos. Sonreí al poder ver fotos de tu apartamento antes de tener la cocina lista, o cuando cenabas rodeado de tu familia. Sonreí emocionada al mirar vídeos tuyos tocando piano y órgano, un espectáculo para mis ojos, pero sonreí mucho más cuando mirándote fijamente a los ojos sentía que algo dentro de mí se encendía. Sonreí al caminar abrazados por las calles de Valpo mientras contemplándote te escuchaba decirme que yo te gustaba, y yo, derretida intentando encontrar un error en mi traducción con mi mal inglés, solo quería besarte, y tal vez pudiste verlo, pues mis ojos me delatan. Sonreí al escuchar que te gustaba mi sonrisa, y mucho más cuando dijiste que te podía visitar en Alemania, lo llegué a imaginar. Y llegó, ese momento en el que al fin me besaste con una intensidad que me hizo perder el control. No pude dejarte ir, no pude soltarte esa noche, no pude resistirme al delicioso placer de seguir teniéndote para mí por esa noche, y ni que decir de todas las horas en las que sin descanso nos disfrutamos. Te disfruté cada segundo, te escuché, vibré contigo y con lo que de ti descubría. Me derretí entera cuando desnudo, abrazándome fuerte, con una fuerza para mí desconocida, me preguntabas qué sentía y me pedías que me quedara. No sabes lo mucho que quise tornar esa noche eterna. Te miraba profundamente deseando inmortalizar tus gestos y el brillo de tus ojos, y te besaba lentamente queriendo recordar por siempre el sabor de tus labios, el aroma de tu piel, la textura de tu cabello. Fuiste todo lo que tenía y quería por esa noche, sí, por esa noche fuiste lo único en lo que podía pensar, pues sabía que sería, probablemente, la única noche que te tendría, y así lo fue. 

    Tuve la suerte de verte de nuevo la última tarde de inverno del año y, sinceramente, esperaba con todas las fuerzas de mi alma descubrir que te estaba ensalzando sin motivo, que no eras más que un chico común y corriente que no me despertaba nada y que ese sentimiento tan mágico y desbordante era puro invento del trocito de mí que desea vivir una novela de Megan Maxwell. Pero no fue así, pues volví a sentir, volví a vibrar, volví a mirarte con pasión, con curiosidad, con emoción. No te quería soltar, no te quería dejar ir, quería tenerte a mi lado por un tiempo interminable, quería irme contigo. 

    No te abrumes con mis palabras, no son más que mi terapia para quitarme de encima el peso de un injusto silencio. Yo sé que hoy en día lo mejor es guardar en el baúl más secreto, cualquier tipo de sentimiento que pueda invadirnos, desde el más trascendental hasta el más superfluo, todo para no horrorizar o parecer que carecemos de compañía y amor propio. Tampoco confundí lo que tú me ofreciste en esas horas en las que omitimos la existencia de un mañana, la necesidad de una promesa o la osadía de una exigencia. Pero me emociona admitir que sentí, que lo que dije fue sincero y lo que dí fue emotivo porque conecté, porque mis emociones eran reales, porque no tenía miedo, estaba llena de confianza y rebosando de alegría. 


Hoy, aún puedo escribirte, aún te recuerdo:
    No esperaba nada, jamás puse expectativas en tus brazos, solo agradezco a la vida y a ti por regalarme esta historia, por marcar esta etapa de mi vida con recuerdos indescriptibles. Fuiste fuego, paz, conexión, pasión. Admito que me habría encantado retrasar el final, tenerte un poco más, aún estando a miles de kilómetros de distancia. Como dice Elvira Sastre: “Ya sabes a lo que me refiero,  si pudiera  engañar a las coordenadas crearía un mapa donde solo cupieran tus dedos de los pies y esta necesidad mía de seguirte a todas partes”. Me habría encantado ser un lugar en tu mundo que te hiciera sentir abrigado, lleno de paz, en el que pudieras ser tu mismo, tuvieras un rinconcito para huir de las tristezas cuando te abordaran, ser una mano amiga y guía, ser oídos para escuchar desde tus secretos más íntimos, tus más puros deseos, tus historias mas irrelevantes, hasta tu silencio, pero también tener la capacidad para hacerme invisible en el momento justo en que quisieras huir, volar, estar en soledad, o solo contigo. Sí, eso habría amado ser. Me niego a vivir de encuentros rápidos, casuales, sin emoción, sin crear recuerdos, ni establecer conexión. Por eso lo nuestro para mí, aunque fugaz, no fue casual. Hoy solo respiro las cenizas!


“Día Nueve sin ti:
no te olvido,
pero hoy he vuelto a reír de nuevo
y he sentido un anhelo reconfortante al abrir la ventana,
como si el aire barriera los fantasmas de mi suelo.”

Elvira Sastre

lunes, 16 de mayo de 2016

CARTA A MI YO DEL FUTURO

03 de Maio de 2016. Rio Grande, Brasil

Adorada Paola de 36 años!! :o (Ayyy meu deeeus!!)

Te escribo esta carta como la primera tarea de un proyecto que tiene de autopista mis venas y como destino tu corazón, en el que cada palabra será escrita con el alma y que tiene como objetivo aprender a dejar plasmadas en papel algunas de las conversaciones que tú y yo solemos entablar en voz alta y en soledad. Un paso para aprender a rescatar importantes conversaciones evitando que tengan como destino el olvido, algunas tan interesantes y capaces de sanar las heridas del alma.

Espero que este texto que comenzó sin prometer mucho, se transforme línea a línea en un texto lleno pasión, que genere suspiros y emoción. Sara María me dice: “Pao, la escritura es siempre un viaje subterráneo, pero sobretodo un augurio, una vez escuché que escribir siempre es como la niebla, no te deja ver para dónde vas pero siempre llegas a algún lugar.”, y así comienza a germinar la semilla que ella un día me sembró, la idea de escribirte esta carta, la primera de 10 que planeo escribirte en la vida como un ritual inaplazable.

 Hoy mi carta tal vez se parezca mucho con la que ella escribió días atrás – estoy  siendo influenciada por sus letras jejeje – pero con toda certeza conseguiré en futuros años, darle a cada carta su toque original.

Pero, ¿porque te estoy escribiendo? Pues quiero saludarte, contarte como estoy y preguntarte que ha pasado todos estos años, saber sobre la ejecución de tu proyectos y que tanto has cambiado. Re-descubrirte, recordarte tus raíces y tu camino andado, obligarte a regresar atrás, a replantear tus ideas y objetivos, cuestionar y sonreír… quiero que analices que tanto te reconoces en mí, que tanto has cambiado y vivido.

¿Dónde estás hoy? ¿En qué ciudad estás viviendo por estos días?, supongo que ya han sido varias las ciudades del mundo que te han abierto las puertas para vivir, pero dime que no existe primavera más perfecta que la que te ofrece Medellín en cualquier época del año, y que ninguna ciudad te ha gustado tanto como esa.

Dime Que has continuado viajando, tachando de tu lista no ciudades sino rinconcitos mágicos, que ninguna montaña te hace vibrar como las Antioqueñas y que en cada lugar que conoces buscas sin éxito sabores que te regresen a Andes.

Dime que viajar sigue siendo tu pasado, tu presente y tu futuro, que no existe mejor inversión que esa. Que viajas cada año a un lugar que nunca visitaste. Que continúas viviendo tres veces cada viaje como aprendiste: cuándo lo planeas, cuando lo vives y cuando lo recuerdas.

 ¿Viajas en compañía? Cuéntame cuántos viajes han emprendido juntas, tú y ella, esa mujer maravillosa que te dio la vida. ¿Qué ciudades han conocido juntas? ¿Finalmente ella pisó tierras Europeas? Espero que esas calles hayan sido la réplica de los sueños que la acompañaron por más de 50 años, que por fin haya comprobado que mientras soñaba, viajaba realmente, que continúe viajando en sus sueños porque ahora tiene la certeza de que es realmente otra forma de vivir.

Dime por favor que ella está saludable y que ha parado de fumar. Que juntas han convertido el deporte y el almuerzo en un ritual, que están juntas y que así lo estarán hasta que el aire deje de llegar a uno de esos cuatro pulmones. Que las dos son una, que son tan amigas como nunca, que ella ama como una adolescente, sin temores y sin arrugas… que hoy ella celebra sus 63 años pero refleja una juventud eterna en su mirada. Que es feliz!!

Y de ti, cuéntame un poco, ¿estás enamorada de alguna persona en especial? Júrame que ningún desamor te robó la esperanza, que ningún dolor ha sido eterno y que continúas perfeccionando la técnica para secar con ilusión cada lágrima y que no has olvidado como planchar el corazón. Que ningún ser humano te ha hecho olvidar que cada amor es diferente y que existen mil maneras de reconstruirte. Que continúas sabiendo recordar sin dolor y entregándote con pasión. Que reconoces el momento ideal para decir adiós.

¿Y tus estudios? ¿Continuaste? ¿En qué nivel estás ahora? ¿Conseguiste rodar ese algoritmo genético que hoy me tiene angustiada? Hoy estoy pensando lo mucho que este año lejos de casa por primera vez, me ha enseñado y me ha cambiado, en la cantidad de aprendizajes obtenidos y en lo importante que esta experiencia está siendo para mi formación como ser humano y como profesional. ¿Cómo terminó esa experiencia?  ¿Con cuántas de las personas que conociste continúas en contacto?

Dime que continúas practicando portugués, que finalmente aprendiste a hablar inglés y que ahora entre tus rituales está el de adentrarte cada comienzo de año en el estudio de un idioma diferente. Que hablas Italiano y que intercambias con el tío Carlos divertidas conversaciones en Francés – ¿o francesñol?.

¿Continúas visitando a tu familia frecuentemente? Espero que mantengan los lazos, que no hayas olvidado jamás que son tu motivación, que ningún logro es tan grande si no lo puedes compartir con ellos.
¿Pudiste llevar al Tío Carlos de viaje? Me encantaría saber que Isabel está formada o terminando su formación, que es complemente feliz, que aprovechó cada valiosa oportunidad. ¿Han vivido juntas alguna vez? ¿Decidió estudiar cerca de ti? Y la tía… ¿se ganó por fin la lotería con la que tanto sueña? ¿Tienen un negocio juntas o continúan planeando tenerlo algún día? Dime que ninguna diferencia las ha separado, que a pesar de ser tan diferentes las continúa uniendo el mismo amor.

Y ahora cuéntame si por fin eres tía. ¿Te convertiste en la mejor tía del universo? ¿Dónde está Gabriel? Voy a cruzar mis dedos para que mi mayor deseo sea una realidad, que hayan conseguido mantenerse juntos, que un mismo país hoy los acoja y que pocos kilómetros separen esos abrazos reconfortantes.

Dime en qué medida la escritura continúa liberándote, cuán frecuente escribes y lees. ¿Ya tienes tu biblioteca o continúas cargando tu vida en 32 kilos?

¿Sigues siendo vegetariana? Espero que finalmente hayas conseguido asumir el Veganismo, que tu estilo de vida haga alarde de la palabra VIDA… que hayas conseguido tomar decisiones que equiparen Ambiente-Animales-Salud. Que hayas aprendido a cocinar y conocido al menos una de las llamadas zonas azules, que hayas aprendido mucho de esas poblaciones, que hoy no te parezcas mucho a mi en las prioridades alimenticias, y sobre todo, que consigas comunicarte más con tu cuerpo, que hayas aprendido a conectar tus necesidades con tus acciones obteniendo un equilibrio y creciendo espiritualmente en todos estos años de camino.
¿Decidiste finalmente comprar una moto? Me encantaría saber que aún viajas pero que muchas de esas historias han sido recolectadas en dos ruedas, en contacto directo con el viento y el clima, que aún la velocidad te libera de pensamientos negativos. Dime que es amarilla, que es de más de 300cc, que son tus alas del mercado, que continúas recordando la frase de tu profesor que afirmaba que “las motos son lo más parecido a la libertad” y la sigues compartiendo.

¿Y escribes? ¿Has comprado una cámara y finalmente has tenido ideas originales sobre como retratar tus viajes? O ¿aún sigues llorando las fotos perdidas y suspirando con diarios de viaje que se parecen a tu ideal?

En fin, cuéntame que ha sido de ti todos estos años, si finalmente conseguiste disciplinarte y ejecutar la mayoría de los que hoy son mis proyectos.  Finalmente ¿madrugar ahora te sabe a gloria aún en el invierno? ¿El chocolate sigue siendo tu aliado para noches de insomnio? ¿Aún creas poemas para los paisajes que te cuidan mientras viajas? ¿Sigues sintiéndote rebelde cuando caminas en medias? ¿Has vuelto a comer arepa con torta envinada? ¿Compraste tu máquina de expresso? ¿Has adoptado animales? ¿Pones un granito de arena en alguna fundación? ¿Finalmente entiendes de política y geografía? ¿Tu memoria para nombres y fechas empeoró?… Dime que vives con la misma energía que cuándo tenías 15, que continúas despertando con mil sonrisas y pensamientos positivos porque a lo que más le temes  es a morir en vida.


Un abrazo viajero, y no olvides que estaré esperando ansiosa por tu respuesta!

Origen de la propuesta: http://sarasernato.com/web/taller-de-escritura/

martes, 12 de mayo de 2015

AGUA DE PANELA

Existen aromas que me envuelven y me llevan a viajar por ese lugar profundo donde almaceno mis recuerdos, un lugar que hace de esos recuerdos unos casi imperceptibles. Es increíble ese encuentro de emociones luego de sentir ese aroma a agua de panela,  esa que por una cantidad incontable de mañanas rechacé de manos de una madre cariñosa, pero que tantas veces acepté con café Colombiano, con chocolate amargo, con limón o simplemente  caliente. Esa agua de panela que sin falta se hace en mi hogar cada madrugada desde que tengo uso de razón, con esa panela que de forma tan artesanal fue hecha en trapiches Antioqueños. Ahora consigo recordar también esas veces que en mi vida disfrute de “melar” en un trapiche y como mis sentidos se llenaban de esa experiencia que hoy llega a mi mente con un toque de nostalgia.

No estoy queriendo regresar ahora, por el contrario estoy feliz de estar en este lugar, porque este viaje no solo me está ofreciendo la oportunidad de conocer lo multicultural que es mi región, mi país, este país, esta región, el mundo, sino, que además me está obligando a reconocer que amaba cada amanecer en mi pueblo cubierta de montañas. Tal vez si todavía estuviera en casa no estaría escribiendo sobre el “aguadulce”, con certeza que no, pero hoy en cambio lo hago porque mis sentidos se activaron al sentir ese aroma, tan familiar, tan cultural, típico y único. Es una melancolía combinada con alegría, es esa que no me impulsa a regresar todavía, por el contrario me impulsa a seguir en este descubrimiento no solo de esta nueva cultura sino de mi cultura, porque estar lejos me convierte en una observadora y me lleva indiscutiblemente a extrañar lo que muchos aquellos que seguirán viviendo allí no alcanzan ni siquiera a percibir porque a veces la costumbre lleva al ser humano a naturalizar cada experiencia a un nivel en que ni un gesto de placer se vislumbra en su rostro luego de un día cargado de paisajes, sabores, aromas, texturas y melodías únicas y que ya parece que sus sentidos no percibieran. 

No estoy queriendo decir que para amar la tierra que nos vio nacer se tiene que vivir lejos, no quiero decir que para activar los sentidos se tenga que viajar, existen quienes viajan sin percibir lo maravilloso que es el mundo y quienes disfrutan de esa maravilla sin viajar, es solo que aunque yo ya llevaba varios años con una filosofía de admiración activa, ahora la tengo mucho más desarrollada, ahora puedo encontrar mil momentos del día que me hicieron feliz aquí y allá cuando el día solo tiene 1440 segundos.

Estoy adorando! <3

lunes, 17 de febrero de 2014

Hapiverdituyú



A diario buscamos en calendarios el previo aviso a sucesos que recuerdan que el paso del tiempo intangible hace mella destiñendo sueños y anunciando la llegada de una muerte ineludible. Días que no alcanzan, meses que se aceleran y siempre estamos subidos en esa bicicleta del tiempo que sin freno nos lleva en un viaje sin estaciones, recolectando banderillas en el camino que representan los logros conseguidos, viajando a una velocidad tal que si por agotamiento miramos atrás, inevitablemente muchas banderillas quedaran sin recolectar perdiendo la oportunidad de regresar por ellas.  Ruedas veloces de las que no nos permiten descender.

Pasamos, además, buscando una medida de tiempo que nos permita calcular cuánto hemos dejado de hacer o que tanto hemos conseguido, y esa unidad de medida de tiempo que nos genera tranquilidad se llama año... Por qué no segundos? Por qué no horas? Por qué no días? Por qué no meses? Por qué no decenios? Por qué no siglos? Celebramos el paso de los años y nos colgamos esos dígitos cual trofeo, sin comprender a veces que eso que celebramos no es más que el anuncio sin sentido de eso que pasa mientras leemos esto, mientras dormimos, mientras nos miramos.

Un año, diez años, veintidós, veinticuatro años, eso que importa. Existen quienes a los 70 nada han conseguido y otros que a mitad de camino ya gritan las venturas de su ser imparable que cada día sube escalones de éxito. Pero y entonces que son los años? Y que el éxito? Creo que responder eso no tendría sentido, pues estaría definiendo la vida con tan solo un par de líneas lo que sería inadmisible.

De lo que me es permitido hablar es de la solidez con la que el ser humano se siente atraído hacia continuas celebraciones en las que se ventila la felicidad de un periodo de tiempo vivido y consumado, de unas compañías ganadas, de unos dineros ahorrados, de nuevas metas cumplidas, y en fin, una cantidad de motivos que se hacen públicos y se exhiben como muestra de unos años bien vividos. Lo que cuestiono es por qué para demostrar afecto hemos llegado al punto de necesitar reglas relojes y permisos, un montón de excusas marcadas en calendarios con títulos como cumpleaños, que solo hacen que un te quiero sea obligatorio, que un regalo sea necesario y que una llamada sea indispensable. Yo incluso me sumo a esa masa de gente corriente en un día como hoy, tu cumpleaños, y alardeo hoy de mis deseos por celebrarte esos seiscientos noventa y cuatro millones trescientos diez mil cuatrocientos segundos de vida y otros tantos que no podría calcular exactamente (más o menos) y ponértelos como trofeo. Te quiero!

Hapiverdituyú!

I=-/I 4



Sus vidas en una unión indeleble e invisible para todos.  
Sonreían a menudo regalándole al día un sabor a helado de chicle.

Mago, ella siempre tuvo claro que su vida con él era más feliz, pero nunca comprendió ese sentimiento que se consolidaba con cada mirada. Pasaban los días y ambos buscaban estar juntos, querían salir, tomar un café, mirar el mismo cielo, cruzar las mismas calles y regalarse la eternidad.

Pero para ella una locura se concebía cada que estaban tan cerca de un beso y su temor se lo avisaba, el viento que rozaba su sensibilidad era el portador de imágenes inadmisibles que la llevaban a evitar la catástrofe de besar a tu chico. Pero por qué una catástrofe? Quizás porque mi chica aun no comprende el amor. Fueron muchas entonces las ocasiones en que con tan solo un pequeño roce ella huía a refugiarse en la tranquilidad de un suspiro y en el temor de construir una amistad finita, pues ella lo quería hasta el mismo infinito.

Aún recuerda una tarde caminando a tomar un bus en el centro de la ciudad de la mano de tu chico, una despedida que de forma inesperada fundió dos besos convirtiéndolos en casi uno solo con una cercanía entre labios como nunca. Un beso de despedida tan eterno, viajo con ella durante un tiempo casi interminable, un beso que disipaba el ruido de los autos, el frio de la vecina noche, el temor de la maldad, el sueño, el hambre... todo, solo existía en sus pensamientos el recuerdo de ese beso y la incertidumbre de lo que pudiera haber cambiado si la distancia se hubiese acortado en tan solo milímetros. Pero ya no podía saberlo y solo se reflejaba en su mirada perdida el desasosiego de quien tiene mil sentimientos encontrados.

Te cuento mago Elminster que no es egoísmo el haber pretendido suponer que no existía más que una amistad como todas ni tampoco lo era el hecho de hacer pensar que restaba importancia a las demostraciones y palabras de tu chico.

Tu chico siempre quiso complacerla, deseó regalarle el cielo y lo hizo, quiso construirle un mundo perfecto y ahora ella no soporta la imperfección, intento enamorarla y lo hizo sin esfuerzo, la sumió en su mundo. Le enseñó a plasmar sus sentimientos en papel regalo, a disfrutar el aroma de una flor imaginaria, a reconocer el perfil de ese amor desconocido, a crear un mundo con colores nunca antes vistos, colores innombrables, a describir el sabor de una mirada, el color de un beso, el tamaño de un sentimiento, la textura de un suspiro, la temperatura de una sonrisa... su mundo era otro, su mundo era una historia que inventaba a diario con la perfección posible que solo aquel protagonista podía tener en su vida a lápiz. Le quería, le amaba.

jueves, 6 de febrero de 2014

I=-/I 3



Mago Elminster, he recibido tus historias que he tardado en completar o responder. No quise importunar con mi respuesta, pues claramente resumir sucesos en una hoja de papel y que trasmitan sentimientos no es un arte fácil de practicar. No soy buena pero quisiera contarte la historia que he descubierto en mi chica, en su alma, en su corazón, aquello que me ha contado y aquello que me ha permitido descubrir. 

Un sábado de navidad se conocieron.  Una acera que recibe un trago de tequila, unas cuantas rondas por un parque poblado de gente infeliz que grita y camufla sentimientos con sonrisas forzadas, colecciones de saludos de mano y de besos recibidos y dados a todos aquellos conocidos que durante años desaparecen tras sueños aplazables. Una noche de risas y coquetería, de tequilas y brindis, de compartir con amistades viejas y nuevas. Una nueva amistad se funde esa noche para comenzar a moldearse. 

Son ellos, la chica de la mirada de ángel y aquel ángel venido para amarla. Tu chico y mi chica.  Ella y él. Una noche en la que conocer gente es sencillo. Una noche de celebraciones mundanas. Una noche en la que el reencuentro es tan fácil pero poco reconfortante en la mayoría de ocasiones porque pasan desapercibidos o tan rápidos cuál velocidad de la luz. Los unió un destino, los unió un amigo comodín. Él. Él tan normal, tan amigo, tan amable, tan sonriente, tan común. Tan él. Ella. Ella tan normal, tan amiga, tan amable, tan sonriente, tan común. Tan ella. Ambos tan ellos.

Esa noche se divirtieron todos pero nadie sospechaba lo que comenzaba a construirse allí, mago Elminster. Era insospechable al ojo humano aquello que se estaba tejiendo. Una amistad tan simple como comienzan la mayoría, con amabilidad, sonrisas, un par de miradas y solo en par de veces un cruce de palabras con preguntas poco importunadas. Todo tan normal. Tan superficial.

Con los días compartían más, se reunían todos para salir, jugar, escuchar música, tomar un café, un vino, una cerveza, un tequila. Todos, allí ella, allí él. Cada uno ya reconocía la sólida presencia del otro como augurio de un futuro armonioso. Se extrañaban, se necesitaban. Ya los días aunque lluviosos parecían soleados, las noches aunque frías se percibían tan cálidas, los días de tristeza se disipaban y las alegrías se multiplicaban. Ella para él y él para ella. Ahora una amistad ya no tan común.

Su sonrisa la llenaba, eso me ha dicho, aunque he descubierto más de lo que ha dicho. Sus palabras son firmes y claras pero solo cuando deciden fluir. Incluso discute con las que le definen su ser y sus sensaciones pues parece que ellas prefieren ser escritas antes que pronunciadas.

Ya cruzaban más que palabras sensaciones, emociones, gustos, experiencias. Compartían su vida su tiempo y sus sueños.




Con cariño
HADA DEL VIENTO
I=-/I